Los que pertenecemos a la Congregación del Santísimo Salvador Lateranense (Canónigos Regulares Lateranenses) de la Orden de Canónigos Regulares de San Agustín, por don de Dios y de nuestro Salvador Jesucristo, y según la gracia donada por Dios a cada uno, estamos llamados a comportarnos en el temor del Señor para nuestra salvación e igualmente para la salvación del prójimo.

Según el ejemplo de San Agustín que, elevado a la dignidad de Obispo de Hipona, quiso tener consigo en el Episcopado un monasterio de clérigos (cfr. Sermón 355,2) a los que pidió la total renuncia a todo lo proprio, la integridad de costumbres, la obediencia humilde y sobre todo la caridad "dulce y saludable vinculo de las almas" (sermón 350,3) y según el primitivo espíritu y las más genuinas tradiciones de la Orden Canonical, los Canónigos Regulares Lateranenses somos clérigos que participamos del sacerdocio de Cristo, Salvador del mundo, y lo realizamos en la vida religiosa común para servir al pueblo de Dios, "a fin de edificar el Cuerpo de Cristo" que es la Iglesia.

Nuestra Congregación pertenece a la Orden Canonical de la que ha unido algunas familias religiosas, la de Santa María de Fregionaia (Lucca), la Renana del SS.mo Salvador (Santa María de Reno), la del SS.mo Cuerpo y Sangre de Cristo en Cracovia y la de San-Gilles en Verrès.

Esta Congregación de Canónigos Regulares Lateranenses constituye  junto a otras Congregaciones de la Orden Canonical, la Confederación de Canónigos Regulares de San Agustín y, con ella, han dado origen a un  "pacto de caridad" con el cual "se unen entre ellos más íntimamente, incrementando las fuerzas de toda la Orden y se ofrecen ayuda recíproca, sobre todo en lo referente a la parte espiritual, a la instrucción de la juventud y a la formación intelectual" (cfr. DC 11).